viernes, 30 de marzo de 2012

Las medusas no fuman

¿Recuerdas aquel día que llorabas desconsoladamente porque una medusa te había picado?
Es probable que no.
Pero yo sí lo recuerdo, habían más niños jugando en la arena, ignorando que el mar estaba lleno de peligros, entre ellos las medusas.
Entonces tú saliste corriendo del agua, llorando y buscando a tu mamá. 
Levantando montañas de polvo a tu paso y llenando las toallas de los turistas de molesta arena de playa.
Tú no eras consciente de ello, porque sólo podías pensar en que alguien te consolara, y si era tu mamá, mejor.
Entonces llegó el socorrista para ponerte una pomada que aliviara tu dolor y entre risas, al ver tu cara toda roja del sol y de las lágrimas dijo:
-¡Mira que has tenido mala suerte, has tocado la medusa por la parte del veneno!
Tú no entendías la gracia, ni porque se reía y eso te enfurecía aún más.
Él mientras tú continuabas llorando dijo que no te enfadaras con él, que no se reía de ti, lo que pasaba era que las medusas son el 98% agua y el 2% veneno.
Y que siempre daba la casualidad de que la gente las tocaba por el lado del veneno.


Ahora estarás leyéndolo mientras te preguntas y ¿ésto a qué viene?
He recordado los porcentajes de maldad de las medusas, me he dado cuenta de que realmente, no es muy grande, y que es muy parecido al de maldad humana.


Las personas tenemos un porcentaje de agua sobre el 60 o 70%, el resto es maldad.
Ya es mala suerte, dar únicamente con el veneno de las personas.
Pero es cierto, tenemos tan mala suerte como los niños en el mar, sólo tocamos el lado del veneno, porque nos resulta imposible encontrar el agua, a pesar de tener tanta.
Este veneno no nos produce heridas visibles, ni dolor físico.
Me atrevería a decir que es muchísimo peor el veneno humano que el de las medusas, las pobres, que ni siquiera pueden fumar.
Cuando damos de bruces con el veneno humano, nos paralizamos y nos quedamos inmóviles, intentamos reaccionar pero nos resulta muy difícil hacerlo.
Y, como a ti cuando eras pequeña, te entra el miedo de volver a entrar en el mar, por si la medusa vuelve a envenenarte.


Pero ¿Sabes qué te digo? que aunque el ser humano te envenene muchísimo más que la medusa, te haga más daño y te convierta en una niña pequeña, incluso cuando tengas más de cuarenta, debes mantener la esperanza de encontrar un día una medusa y tocarla por el lado bueno"

lunes, 26 de marzo de 2012

Tus pies fríos

Hace mucho que pasó.
Demasiado tiempo, diría yo.
Pero ¿Sabes qué, pequeño?
Que he dejado de llorar.
Mi corazón ha dejado de estar triste y ha comenzado a sonreír otra vez.
Quizá te eche de menos en múltiples ocasiones pero tu ausencia ya no me hace desesperar ni rabiar.

Ahora sólo siento felicidad de haber aprendido a vivir sin tu calor y sin tu hombro, sin tu dulce sonrisa y tu tierna voz susurrándome continuamente que me amaba locamente, durante todas esas noches que nos prometían el cielo.

No es rencor, es agradecimiento lo que siento al recordar tu carita al despertar.
La misma que, con una simple mirada, me pedía que no me separara nunca de ti.
Yo no lo hubiera hecho, sé que tú tampoco.
Al menos no por nuestra propia voluntad.

Un día me di cuenta de que nuestro mundo giraba en direcciones opuestas, tú mirabas a tu propio ombligo y yo, en fin, yo no sabía lo que quería, excepto a ti.
Cuando te encontré, detrás de mí, supe que la tormenta había llegado y que todo nuestro universo no sería para siempre.

He perdido la cuenta.
La noción del tiempo.
De hecho, todo lo que recuerdo es nuestro banco.
El recuerdo de cuando nos conocimos, está borroso.
El de cuando te perdí, ni siquiera sé en qué parte de mi cabeza se encuentra.
Hace mucho que decidí apartarlo de mi mente.
Dime ¿Tú recuerdas cuándo sucedió?

Puede que lo único que recuerde con la misma claridad sean tus pies fríos al contacto con los míos durante esas noches dónde tú eras capaz de hacerme pasear por el espacio sin salir de nuestra cama.

Dime ¿Tú lo sigues recordando?

sábado, 24 de marzo de 2012

Confesiones a mi pequeña Ginna

Nunca llegué a comprender cómo funcionaba su cabeza, ni tampoco qué cosas le quitaban el sueño.
Fui su compañero durante toda la vida y no logré descifrarla.
Lo que descubrí de ella no se acercaba ni al cinco por ciento de la totalidad de sus pensamientos, así y todo conseguí quererla y amarla como no lo había hecho con nadie.
Quizá fue la intriga por saber eso que ocultaba celosamente al resto de mortales; tal vez el brillo de sus ojos azules que, a pesar de reflejar la luna en ellos, no dejaban entrever todo su mundo interior, o quizá fue mi "masoquismo sentimental" lo que me llevó a enamorarme locamente, lo que me llevó a no poder pasar ni un solo segundo sin su compañía, que no es que fuera realmente fructífera para mi empeño de descubrirla.
Nos lo pasábamos muy bien juntos: Las mañanas en los parques eran inolvidables y las noches... las noches eran de incendio.
Pero toda esa atmósfera se rompía al abrir el baúl de sus recuerdos. 
Se volvía una persona completamente diferente a quién yo me había enamorado: Una especie de Dr. Jeykill & Mr. Hyde, pero eso no impidió que una parte de mí empezara a desear al Mr. Hyde que mi pequeña Ginna llevaba dentro.


No llegué a confesarlo. No encontré la oportunidad.
No supe escoger ni el momento ni las palabras con las que decirle que me había acostumbrado a su lado oscuro al que, sin querer, iba acercándome peligrosamente.
Ahora ya es tarde, no hay tiempo para arrepentimientos, ni tampoco para una estúpida confesión que, como mi pequeña Ginna diría, era la de un artista de mierda.
Eso es cierto, nunca le gustaron mis cuentos, ni mis reflexiones ni mucho menos mis confesiones.
Quizá fuese porque nunca las leía y en sus últimos años ni siquiera entendía de qué iban todas ellas.
Tal vez porque realmente fui un artista de mierda, bastante sobrevalorado.


Pero quizá para lo que sí quede tiempo sea para confesar que a mí tampoco me gustaron jamás las cosas que escribí, ni tan solo sabiendo que el destinatario de todas ellas fuera ese Mr. Hyde que mi pequeña Ginna escondía, que sacó lo peor de mí y logró que me convirtiera en lo que soy ahora: Un viejo escritor de mierdas para un público prácticamente inexistente ahora que el alzheimer se ha llevado a mi pequeña Ginna y con ella a la fuente de todas mis inspiraciones; Al causante de mis desvarios en estos últimos años; Al productor de las geniales mierdas que fui capaz de crear cuando esos ojos azules, reflejaban la la luna en ellos y me miraban y yo lograba ver todo mi potencial escondido allí, junto a su lado oscuro.


Tal vez a mí no me quede tiempo de confesarle a mi pequeña Ginna que hubo alguien a quien amé más que a ella, pero para lo que sí quedó tiempo antes de que todo ésto sucediera y me quedara solo con mis viejos cuentos infantiles para adultos, fue para que mi pequeña Ginna me mostrara la luna una vez más y me dijera: "Sólo tú sacaste lo peor de mí. Me alegro de que hicieras grandes cosas con ello". 
Y tras ese momento de lucidez que algunos doctores llaman memoria retrospectiva sus ojos se apagaron y dejé de ver el cielo en su mirada, dejé de sentir a mi pequeña Ginna y supe que mi escaso prestigio se había esfumado, que mis quince minutos de fama habían pasado y que jamás encontraría a otro Mr. Hyde que me hiciera vivir y amar mi trabajo tanto como el que mi pequeña Ginna escondía.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Mis esperanzas son vanas

Mis esperanzas son vanas,
dejaré de esperar,
me conformaré con lo que me ha tocado y
querré sólo a quien me enseñe a seguir.

Mis esperanzas son vanas,
de eso no cabe duda,
tú las has dejado así,
poco me queda por lo que vivir,
mucho más por lo que llorar.

Mis esperanzas son vanas, sí
pero a pesar de tener mil motivos para llorar
siempre que me quede un mínimo de luz
preferiré vivir.

Te preguntarás si ésto es por ti,
si tú eres la causa de la vacuidad de mis sentimientos,
de mis desmanes, de mis idas y venidas.
Sí.
Te preguntarás si es despecho; o quizá odio
¿La verdad? Dolor
Quizá te lo preguntes,
o quizá muestres la misma indiferencia
que durante estos años mostraste hacia mí.

Mis esperanzas son vanas porque
ya no creo que arregles lo que en años
destruiste;
Porque mi corazón, ya
no soporta tanta desilusión;
Porque he descubierto que nunca fui
la dulce niña de tus ojos,
que tampoco lo seré a partir de ahora.

Mis esperanzas son vanas,
te quiero, y sufro por ello.
Mis esperanzas son vanas,
te quiero, me desprecias.
Me desprecias, hundes mi vida,
hundes mi vida, te quiero aún más.

Mis esperanzas son vanas porque
a pesar de la muerte, de la vida o la suerte,
yo siempre te querré,
pero, cuando sienta tu rechazo
mi corazón se romperá en mil pedazos,
y no lloraré, no
ninguna vez más por ti.

Mis esperanzas son vanas,
porque sé que ese cariño me pertenece;
Mis esperanzas son vanas, porque ese cariño
lo guardas para ti.
Mis esperanzas son vanas
cuando lloro por ti
y no eres quién me consuela.

Mis esperanzas son vanas
porque tú me has convertido en ésto;
porque tú has transformado mi vida
en un círculo vicioso,
del que no logro escapar.
Donde ser feliz ha dejado de ser
un juego de niños.

Mis esperanzas son vanas,
ya no tanto por mí, si no
más por ti, porque tus desprecios
han logrado que yo sea capaz de querer,
de amar, de sentir felicidad.
Y aun que a veces te odie
por el hueco en mi corazón,
no puedo sino, sentir lástima
al ver éso en lo que te has convertido.

Mis esperanzas son vanas.