domingo, 11 de agosto de 2013

Sentimientos sin nombre

Salgo a pasear, sin rumbo, dirección al mar.

La sal se adhiere a mi piel,
la puedo sentir,
me descubro sirena.

Las olas me transportan más allá del horizonte, más allá de mi imaginación.
Allí donde solo llegan los soñadores.

Salgo a pasear, sin rumbo, dirección al mar, para olvidarte.

La playa me recuerda demasiado a ti porque decías que ella siempre guardaría nuestros secretos.
Me recuerda demasiado a ti, pero me abre, me atraviesa el alma, me convierte en marioneta del sonido de las olas al romper.

Las piedras pinchan mis pies y mi alma y me pregunto por qué siempre ganas.
Tú, siempre medalla de oro, no importa el asalto ni el combate, sales vencedor.

Salgo a pasear, sin rumbo, dirección al mar, para olvidarte, para no echarte de menos.

Una ola salpica mi cara, me rompo igual que ella y le lanzo piedras,
las mismas piedras que hace unos segundos ella me había regalado.

Tiro piedras a mi propio tejado y acabo enterrada bajo una capa de sentimientos sin nombre.
¡No puedo más!

Salgo a pasear, sin rumbo, dirección al mar, para olvidarte, para no echarte de menos, para sacarte a rastras de mi maldita imaginación que siempre te devuelve.

Los paseos de noche por la playa eran nuestro deporte favorito y ahora son mi pesadilla más recurrente.
Una pesadilla de la que desearía no despertar jamás, mi masoquismo sentimental es más fuerte que mi autoestima.

Otra ola me salpica y recuerdo cuando decías que no había nada más allá,
que nuestros pies caminaban solos,
que tú y yo escribiríamos un futuro, nuestro futuro.

Salgo a pasear, sin rumbo, dirección al mar, para olvidarte, para no echarte de menos, para sacarte a rastras de mi maldita imaginación que siempre te devuelve, para buscarme entre las rocas, la sal y las olas.