miércoles, 2 de octubre de 2013

Turnedo


Se acabaron las canciones de despedida que no hablan de nadie y que, sin embargo, lo dicen todo; Se acabaron las canciones de amor en la cocina y las noches reflejándose en el cristal de tus gafas.
Las lunas llenas en azoteas vacías, las vidas futuras en bolas de cristales tintados y aquellos para siempre que ninguno de los dos queríamos cumplir.
Hoy toca marcharse y aguantar, salir fuera a buscar un lugar, porque marcharse es tan triste como quedarse si no tienes dónde regresar cuando todo estalle.
El mío está entre los rizos de tu pelo y la constelación lunar de tu espalda, pero ya no.

Ahora llega la nada; La soledad de los números primos; el secreto del magnetismo; los agujeros negros en el espacio llenos de materia oscura; el sonido de un árbol cayendo en mitad de un apartado bosque; La nada.
Amanecer día tras día, polvo tras polvo en islas distintas, cada vez más lejos. Cada vez más viejos sin ganas de seguir a flote.
Porque quererte como a nadie debería ser suficiente para intentarlo una vez más, pero ya no lo es.
Yo estoy cansada de nadar; Tú de sujetarme a ti, noto tus manos soltándome. Tú de intentar salvarme; Yo de intentar salvarme. Y al final me hundiré. Te hundiré. Nos hundiré.
Nos hundiremos como lo hicieron los grandes barcos de la historia.

La gente hablará por toda la eternidad de nosotros y nos recordará con nostalgia creyendo que, al igual que los buenos capitanes, nunca quisimos abandonar el barco.
Pero lo cierto es que mientras el director de orquesta seguía moviendo sus brazos, nosotros ya habíamos subido al bote y escuchábamos la tormenta acercarse con el último solo de un viejo violín.

Llegará el diluvio y ni tú, ni yo nos elegiremos para salvarnos. Simplemente dejaremos que la tormenta nos arrastre y entonces, un rayo cargado de viejos recuerdos nos atravesará.
Entrará por nuestros pies y nos hará cosquillas; Subirá hacia el estómago y nos encogerá.
Seguirá su recorrido hasta nuestro cerebro.
Gangrenará mi mente y me convertirá en esclava de ti, de lo que siento por ti, de lo que siento por nosotros, de lo que fuimos y ya nunca seremos.
Avanzará cauteloso hacia mi interior y se deslizará al fondo de mi corazón.
Lo congelará y lo martilleará, lo destrozará en millones de pedacitos que vagarán sin rumbo, como materia oscura en el espacio, por dentro de mi organismo. Y cuando finalmente llegue a mi alma, se esconderá detrás de una montaña de sentimientos sin nombre, de fracasos que solo duelen los días que amanece.

Y serán esas noches azules las que te echaré de menos hasta que se me duerman las manos porque quererte ya no será suficiente.