Se acabaron
las canciones de despedida que no hablan de nadie y que, sin embargo, lo dicen
todo; Se acabaron las canciones de amor en la cocina y las noches reflejándose
en el cristal de tus gafas.
Las lunas
llenas en azoteas vacías, las vidas futuras en bolas de cristales tintados y
aquellos para siempre que ninguno de
los dos queríamos cumplir.
Hoy toca
marcharse y aguantar, salir fuera a buscar un lugar, porque marcharse es tan
triste como quedarse si no tienes dónde regresar cuando todo estalle.
El mío está
entre los rizos de tu pelo y la constelación lunar de tu espalda, pero ya no.
Ahora llega
la nada; La soledad de los números primos; el secreto del magnetismo; los
agujeros negros en el espacio llenos de materia oscura; el sonido de un árbol
cayendo en mitad de un apartado bosque; La nada.
Amanecer día
tras día, polvo tras polvo en islas distintas, cada vez más lejos. Cada vez más
viejos sin ganas de seguir a flote.
Porque
quererte como a nadie debería ser suficiente para intentarlo una vez más, pero
ya no lo es.
Yo estoy
cansada de nadar; Tú de sujetarme a ti, noto tus manos soltándome.
Tú de intentar salvarme; Yo de intentar salvarme. Y al final me hundiré. Te
hundiré. Nos hundiré.
Nos
hundiremos como lo hicieron los grandes barcos de la historia.
La gente
hablará por toda la eternidad de nosotros y nos recordará con nostalgia
creyendo que, al igual que los buenos capitanes, nunca quisimos abandonar el
barco.
Pero lo
cierto es que mientras el director de orquesta seguía moviendo sus brazos,
nosotros ya habíamos subido al bote y escuchábamos la tormenta acercarse con el
último solo de un viejo violín.
Llegará el
diluvio y ni tú, ni yo nos elegiremos para salvarnos. Simplemente dejaremos que
la tormenta nos arrastre y entonces, un rayo cargado de viejos recuerdos nos
atravesará.
Entrará por
nuestros pies y nos hará cosquillas; Subirá hacia el estómago y nos encogerá.
Seguirá su
recorrido hasta nuestro cerebro.
Gangrenará
mi mente y me convertirá en esclava de ti, de lo que siento por ti, de lo que siento
por nosotros, de lo que fuimos y ya nunca seremos.
Avanzará
cauteloso hacia mi interior y se deslizará al fondo de mi corazón.
Lo congelará
y lo martilleará, lo destrozará en millones de pedacitos que vagarán sin rumbo,
como materia oscura en el espacio, por dentro de mi organismo. Y cuando
finalmente llegue a mi alma, se esconderá detrás de una montaña de sentimientos sin nombre, de fracasos que solo duelen los días que amanece.