lunes, 11 de agosto de 2014

Poesía liberadora III

-SOMOS-

-Y, ¿qué somos? Preguntas
Y entonces yo no sé qué responder.

-¿Somos lo que vivimos?
Sí, pero hasta que no decidimos, también lo que podríamos vivir; Somos todo aquello que sentimos y todo lo que jamás adivinaríamos.
Si me apuras, hasta podríamos ser los mejores recuerdos de alguien;

Lo que tenemos y lo que siempre nos faltó, como el tiempo.
El que pasamos amando y el que dejamos escapar, también.

Creo que podríamos ser felices, o terriblemente crueles. Como la música.
                La que escuchas para dormir y la que suena mientras haces el amor.

No sé qué somos, ni qué seríamos si fuésemos otras personas.
A lo mejor seríamos amigos, los mejores del mundo.
                Sí, creo que podríamos ser amistad. Una que supere fronteras y pruebas. Y años.
O quizá seríamos amantes, los más furtivos del planeta.
                Escondidos, paseando frente a todos.
    Riendo al viento.

Somos una palabra capicúa, un número impar, una ecuación sin solución;

Tal vez seamos todo lo que amamos y, ¿para qué mentir? También las personas que odiamos, a las que perdemos y todas las que nos dejaron antes.
Somos quien siempre nos acompañará, de quien no podemos escapar; Somos fáciles, como sumar y tan difíciles de explicar cómo los sentimientos.
Somos todo lo que queramos ser, pero también lo que nos permiten ser.
                Libertad comprimida en pequeños frascos; Salvajes fieras domadas.

Buenos, como un consuelo en el momento justo: Peligro, como un abismo lleno de nosotros.
Probablemente seamos miedo a tantas cosas, que nunca seremos paz.

No somos medios, tampoco completos y creo que solos no sobreviviríamos, pero juntos menos aún, en eso no quiero engañarte.
Somos los buenos días de alguien, que fue nuestra mejor noche;
                El frío arropado por el calor que recibimos.

Somos tantas cosas, que no sé qué somos realmente.

De lo que si estoy segura es de que no somos una ruta determinada.
                Somos mapas sin marcar, donde perderse es la mejor forma de encontrarse.
¡Qué se joda Hume! Somos casualidades, no causalidades.
Porque somos futuro, azar y eso es impredecible, como nosotros.
Sí, quizá sólo seamos eso, impredecibles.


martes, 6 de mayo de 2014

Ideas desordenadas


Relámpagos, truenos, rayos y enseguida empieza la tormenta, me duele la cabeza y no puedo pensar más.
Mi cama vacía y deshecha, un poco como mi vida últimamente; Mi habitación patas arriba, mi casa ardiendo y yo sentada, viendo la vida pasar, sin poner orden, sin extinguir este fuego interno que me recuerda que te marchaste sin despedirte.


Otro trueno.
Me gusta la lluvia, salir a correr bajo su protección, inspirar y fotografiar su aroma en mi cabeza; Alzar el vuelo y empaparme de vida; Llorar sin que me vean, reír sin más, saltar eufórica y sentarme a escuchar como golpea, delicadamente primero y con rabia después, en el cristal de mi mente.


Me gusta ver llover.
Me gustan las tormentas pero me asustan cuando llegan a mi cabeza y aparezco desprotegida.
Sin tu abrazo nocturno. Sin tu saludo vespertino. Sin observarte mientras duermes mi vida no es igual.
No soy tan fuerte como crees, no cuando se trata de ti.

Eres el resplandor del sol colándose por las rendijas de mi ventana y atravesándome de pleno el pecho hasta acabar incrustado en mi corazón de hielo que no desearía dejar de latirte nunca.


Mi cabeza.
Eso ya es otro tema, la tormenta  anuncia noches azules de insomnio. Noches en vela escribiendo cartas sin destinatario concreto.
Antes eras tú.
A ti te escribiré todas las noches cartas que luego quemaré

El fuego.
El fuego purifica lo que siento por ti, que ya no es sano.
Es una droga de la que no quiero desengancharme, aunque mi cabeza te odie.
Sí, te odia con todas sus fuerzas porque irracionalmente eres quien jamás querría ser; Eres quien me hace llorar y gritar y enfadarme y no comprender; Lucha interna que me lleva a alejarme de ti cuanto más te quiero.

No quiero quererte.
Me asusta tanto sentir, que no puedo permitírmelo.

Dejarte.
Dejarte quiere mi cabeza, pero mi corazón explota y envía mariposas a mi sistema nervioso cada vez que sé que te tengo; Cada vez que sé que me tienes.

No.
No puedo quererte, pero lo hago.
Sé que no eres bueno para mí, pero ya es tarde.
Ahora ya no va por ti.
Ahora sé que ya no hay vuelta atrás, que lo nuestro es imposible.

Antes.
Solía buscarte lloviendo y jugar a ser inmortales e infinitos.
¿Dónde quedó todo aquello?; Dime, ¿Fue de verdad?, ¿Lo soñé todo?; ¿Por qué cada vez te veo más lejos y sin embargo, te sigo sintiendo tan cerca?; ¿Qué falló?, ¿Qué ocurrió?; ¿Cuándo dejamos de ser un único Dios para convertirnos en completos aliens de distintos planetas?

Te echo de menos.
Irremediablemente estás enganchado a mi corazón con recuerdos afilados, sueños rotos y futuros borrosos que no eran de verdad.
No es justo porque el silencio que nos separa es abismal y me lanzaré a él en cualquier momento.
-Nada de lo que nos ocurrió fue justo y sin embargo, pasó – dices- porque a veces pasan cosas injustas a gente buena.

Destino.
No se puede luchar contra lo que ya está escrito y el destino, las injusticias y la muerte lo están.

“Estamos predestinados a fracasar.
Todos los días fracasa alguien.
Alguien que quiere escalar un ochomil y se queda a mitad camino; Alguien que suspende el examen más importante de su vida; Alguien que pone sus expectativas en la luna y ésta le falla.
No podemos pararlo, el destino es una máquina veloz que maneja nuestras vidas; Las injusticias nos persiguen y nos alcanzan, como lo hará la muerte. Reconoceremos que no éramos tan infinitos ni tan invencibles como creímos.

Somos efímeros.
Efímeros animales, desprotegidos, en busca de quien nos complete y nos cubra con sus brazos.
A eso dedicamos nuestra vida. A buscar. A perder.
Aprendemos a buscar aquello que necesitamos pero cuando lo encontramos, nadie nos enseña a perder, porque perder es más complicado.
Perder es más personal, nadie puede enseñárnoslo porque cada persona es un mundo y cada mundo es su propia historia.
Historias a base de encuentros, búsquedas, injusticias; alegrías, decepciones; Pérdidas.

Pérdidas que debemos aprender a sobrellevar solos porque en ese momento nos encontraremos totalmente aislados del conjunto.”

martes, 18 de febrero de 2014

POESÍA LIBERADORA II


VERSOS LIBRES

Otro día muerto, noches insomnes.
Horas corriendo y el tiempo que no pasa,
los días descontándose y yo aquí, inmóvil como una estatua de sal.

Sal que cura mis heridas,
heridas que ya no duelen, queman,
que dejan huella.
Heridas que no quieren cicatrizar.

Cicatrices infectadas que escuecen, que esconden recuerdos.
Recuerdos malos, recuerdos viejos que atraen tormentas.
Tormentas que llueven, para-rayos que no sirven de nada y yo.
Y yo, sigo aquí, como la estatua de sal en la que tú me convertiste.
Tormentas que llueven, que cortan.
Tormentas que me desvanecen, que matan.
Muertes inservibles, muertes injustas.
Y tú, a mi lado
y yo, contigo.

Y yo, despierto en el infierno y pacto con el diablo.
Y tú, como Dante en su "Divina comedia", volverás a rescatarme.
¿Rescatarme de quién? Si eres tú mi guerra.
Guerra que no termina,
guerra de palabras.
Palabras que, como granadas, caen entre nosotros,
derribando nuestros muros.
Nos apuñalan el alma como punzantes cuchillos.
Palabras que dilapidan confianzas, guardadas como trofeos.
Trofeos que no dan la victoria.
Vencedores vencidos.

Y yo, cosiendo y descosiendo mi corazón a tu antojo.
Y tú, sanando y destruyendo, todo a la vez.
Y yo, alma blanca, alma negra.
Y tú, rayo que no cesa; iluminando y robando el sol.
Y tú, a mi lado, compañero perfecto de noches insomnes,
sueño recurrente y pesadilla aterradora.
Y yo, vacía de estrellas, llena de lluvia.
Lluvia directa al corazón, que moja mi cama.
Y yo, hada helada, hada inerte a merced de tu voluntad.
Y tú, me elevas, me dejas caer.

Caída libre desde ninguna parte, a ningún  momento, a ningún lugar.
Y de nuevo, la nada.
Y vuelven los días muertos, vacíos, los cigarrillos a media noche;
Y vuelve el café para dormir, las musas y esas ganas horribles de odiarte.
Y vuelve todo:
Los mismos sentimientos encontrados, las terapias de grupo y la meditación.
Y vuelve la primavera, las musas y esas ganas horribles de quererte.
Y vuelve todo y con todo, tú.

Tormenta perfecta de verano;
Botella lanzada al mar;
Golondrina anidando en mi balcón.
Así volverás.

El mundo, redondo y yo, corriendo para no encontrarte,
para evitar que me transformes en estatua de sal.
El mundo, redondo y yo desapareciendo.
Y nosotros, dando la vuelta al mundo, juntos, en direcciones opuestas.
Y yo, esperando que no me encuentres o encontrando otro pretexto para esperarte.
Desesperarme, oír la tormenta acercarse, saber que el fin llegará mañana.
Llegará con tus excusas, con tus palabras versando, como si te hubiera preguntado.
¿Preguntado el qué? ¿De quién te vengabas?
Venganzas frías, camas calientes, tentaciones irrefrenables.
Y tú, mi debilidad.
Y yo, tu debilidad.

Porque me quieres, pero como se quieren todas las cosas que se están perdiendo.
Perdiendo, como se pierde la esperanza, como lo hace, también la ilusión.
Rompiendo sueños, estrellando nuestros días contra el calendario.
Luchando juntos, espalda con espalda, pero por separado.
Luchando contra nosotros, contra nuestros monstruos.
Y yo, estatua de sal
y tú, estatua de piedra.
Una más en mi camino, una china que molesta en mi zapato;
Todas las que lancé a mi tejado y me sepultaron, todas las que lanzaste y rompieron mis ventanas.
Ventanas rotas, cristales que llueven, lluvia que corta.
Y tú, mi veneno
Y yo, mi enemigo.

Porque te quiero, aunque no me quieras.
Porque te quiero, como se quiere a las personas a las que no importas.
Amor enfermo, que duele más que cura.
Amor contaminado de quererte y odiarte,
de odiarte cuando no me buscas,
de buscarte cuando ya no estás.
De encontrarte en mi camino cuando ya te he olvidado.

Y tú, mi dulce noviembre
Y yo, octubre
Y nosotros, reversibles, infinitos.
Infinitos como la noche que se convirtió en Abril.
Y tú, mi Estocolmo
Y yo, tu Munchausen 
Y nosotros retales de una vida juntos, pero solos.

Solitarios corazones en busca de una playa donde morir;
Solitarios en busca de iguales con los que sentarse a solas.
A solas, compartiendo silencios.
Silencios que lo cuentan todo;
Y yo, silencio que grita mis ganas de volar para siempre,
Y tú, silencio apagando tus ganas de danzar al viento.
Y nuestros silencio dinamitando vidas.
Vidas en paralelo, que jamás se cruzarán.
Vidas sin sentido; Vidas por decreto.
Vidas saltando al vacío.

sábado, 11 de enero de 2014

POESÍA LIBERADORA

De aquel año

sus idas y venidas
el otoño crujiente y el estallido primaveral.
Quizá el blanco invierno, 
quizá el sol ardiente del verano.

Tú,
como elegante golondrina,
aunque encerrada,
siempre soñadora.
Yo,
como errante albatros,
aunque torpe,
siempre soñador.

Nuestras bandadas migrantes,
nuestros sueños insomnes
volando juntos hacia costas diferentes.


De aquel año tú.
De aquel año yo.

Los sueños, soñándose,
los viajes, imaginándose.

Las bolas del mundo girando
                              adivinando
nuestro próximo destino.

También las despedidas,
las calles vacías, 
los días grises, los días no vividos.
Los reencuentros, 
las noches azules, solitarias,
las noches eternas.

Puede que los parques,
los domingos y sus monstruos.
Las azoteas perdidas,
                 olvidadas.
Nuestras antenas, nuestros pijamas.


De ese año...

Las sonrisas bajo lágrimas,
todas las lágrimas que ocultaron sonrisas.
Los vendedores de humo y sus mentiras,
las ventanas rotas.
La lluvia que corta.

Los universos infinitos
                    paralelos.
Nuestros descuidos, 
nuestros malabarismos 
como funambulistas que mantenían el equilibrio.
El magnetismo y todos sus secretos.

De ese año, la suerte.
Tu suerte,
mi suerte.