martes, 12 de mayo de 2015

POESÍA LIBERADORA IV

Y me pongo a pensar
y hasta nos puedo imaginar.
Sí, a ti y a mí
juntos, de la mano
y paseando por las calles de esta ciudad.
O de cualquier otra.
¿Eso a quién importa?

Y me pongo a soñar
y hasta nos puedo pensar
juntos de la mano
y tumbados en el césped de este parque.
O de cualquier otro.
Viendo el cielo nublarse, porque la tormenta llegará mañana.
Aunque en esta ciudad, nunca llueva.

Y sueño
pienso
imagino.

Nos vuelvo a soñar
y otra vez nos puedo imaginar
juntos de la mano
y besándonos en plena calle.
Me pongo a observar
y no hay nadie más aquí: Los coches se han congelado y las pocas personas que nos rodean, poco me importan ya.
Y me da por bailar
y te da por reír
Y mientras tanto vamos elevándonos, al compás del viento que nos lleva, como si fuéramos hojas caídas en pleno otoño.

Y duermo
y sueño
e imagino.

Y ahora me pongo a pensar
y nos puedo imaginar
queriéndonos hasta el fin de nuestros días;
queriéndonos en cada atardecer eterno.
Y hasta nos puedo imaginar.
Sí, a ti y a mí
dejando de ser solitarios,
cobardes corazones.

Y es que si me pongo a pensarnos ya sabes que mi imaginación no entiende de límites.
Pero otra vez me acuesto a dormir.
Y ahora nos puedo soñar:
A ti, diciendo lo que siempre dices; Callando lo que jamás gritarás.
A mí, diciendo lo que siempre callé; Besando tu frente.
A nosotros, despidiéndonos sin más, en el mismo lugar donde todo empezó.

Y es que aunque nos imagine perdiendo el miedo, siempre seremos eso, estúpidos,
cobardes corazones.

Y me acuesto a dormir, quiero soñarte por última vez, pero ya sabes, no lo conseguiré.