jueves, 26 de julio de 2012

Inspiración, sueños y trucos de magia



Miércoles, 21 de Noviembre de 1990





Cuando mis quince minutos en el mundo del periodismo fracasaron mi jefe dijo que era porque las drogas y mi trabajo no eran compatibles, que había arruinado mi carrera y que jamás volvería a escribir un solo artículo.


"Aquella mañana salí de la redacción muy cabreado, me encendí una chusta que llevaba en el bolsillo y caminé sin rumbo...

¿La verdad? me apetecía sentarme al piano y ser capaz de hacerlo sonar, de demostrar que tenía un mundo que ofrecer pero no me atrevía, no sin ella.
Ella, Blanca, la única capaz de hacerme brillar, de extasiarme y revolverme de dolor al mismo tiempo, de creerme Dios sin ser más que un tipo corriente enganchado a una puta mierda.
Blanca, la única que en diez años había capturado la esencia de ese piano, porque solo así había sido capaz de tocarlo.

No existía en el mundo, nadie que me hiciera sentir lo mismo hasta aquella misma noche, en el 5CLUB, un antro que llevaba un conocido mío donde podías comprar, vender y regalar (si te apetecía) inspiración al por menor.
Yo acudí en busca de mi dosis semanal y un poco de autoestima, que nunca viene mal.

Allí conocí a Rita, una pianista infravalorada que por casualidades del destino había acabado trabajando en un club de mala muerte.
Admiraba a Rita Hayworth y soñaba con ser una gran estrella de Hollywood, fumaba como si se le fuera a acabar el tiempo, compraba sueños en papel de plata y solía hacer trucos de magía.
No tenía en la vida más que el piano, su voz y su belleza.
Y algún día su piano y su voz, perderían afinación.
Pero ni por esas, perdía la esperanza de salir de ese mundo y volar como los pájaros, o la imaginación.

Aquella noche mezclamos sueños e inspiración, nos fundimos en una espiral de fantasías irrealizables y dimos una vuelta completa por el espacio.

Al aterrizar y tras el tercer truco de magia mi piano fue tocado por otra persona y el viaje por el Cosmos fue para dos.

Cuando desperté, todo había desaparecido, no me quedaban sueños, ni tampoco inspiración, la magia se había esfumado y el Cosmos reapareció en forma de mundo real.
No había rastro de Rita, excepto una mancha de carmín en una de las teclas del piano.

Intenté recordar la noche, pero todo se volvía borroso después del quinto truco de magia. Me dolía la cabeza, no podía dejar de tararear una maldita melodía que no había escuchado jamás y que, sin embargo, era la más hermosa melodía que en la vida compondré. No podía dejar de sonreír por algo que no había vivido ni tampoco podía apartar los ojos de la mancha de mi piano porque no sabía cómo había llegado ahí.

Me senté allí delante y como si de un truco de magia se tratase comencé a tocar esa horriblemente hermosa melodía que no salía de mi cabeza"


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