sábado, 11 de agosto de 2012

Hoy:



Hoy estoy triste.
Hoy estoy feliz.
La lluvia ardiente de agosto ha arrasado con todo aquello en lo que creía, ha arrasado con tu cuerpo y con tu espíritu soñador.
El mismo que nos daba alas y nos elevaba a lo más alto; El mismo que más tarde nos las cortaba y nos daba de bruces contra el duro asfalto.

Hoy siento frío, siento fuego, siento un mundo nuevo abrirse paso en mi cabeza.
El mar envuelve mi cuerpo y me arrastra a lejanos horizontes donde otro sol de invierno secará mi rostro y calentará mi cama.
Nunca más seremos codependientes, nunca más necesitaré tu playa para dormir.

Hoy tengo ansia, hoy tengo sueño y necesito un colchón nuevo, hoy quiero romper ventanas y gritar ¡Oh muérete!.
Sueño con una vida tranquila lejos del tiempo perdido.
Deseo abrir las alas y cruzar el charco para luego deslizarme suavemente hacia tu cama.
Convertir la lluvia en cristal para que caiga sobre ti y hacerte reflexionar sobre tu mañana.

Hoy soy pasado, presente y futuro en una única persona y no he atravesado el famoso continuo espacio-tiempo.
Permanezco con los pies en el suelo aferrada a un pasado de tormenta y barro obsesionada, al mismo tiempo con un futuro borroso e ininteligible que parezco nunca alcanzar.

Hoy puedo ser tu peor pesadilla o el sueño más dulce de algún alma en pena que pasa las noche en vela.
Yo puedo derrumbar tus murallas con flechas de fuego.
Y tú puedes esperar que alguna alcance tu pecho para rendirte ante mí.
Aunque yo, ya no espero nada de nadie.
Me gusta ser tu sueño, adoro ser tu pesadilla pero desearía ser tu noche y tu día.

Hoy quiero gritarte y hacerte llorar.
Hoy quiero ver como te derrumbas ante mi y entre la desesperación gritas -Te amo!

Hoy la leyenda cuenta que soy un ser extraño. 
Que allí abajo, en el subsuelo, escondo mis sentimientos en una caja fuerte.
La otra versión explica que adoro ver a la gente sufrir y que lo que guardo en esa caja son sus corazones.
Ya no recuerdo cual era la real.
Pero amo que hablen de mí.

Se podría decir que hoy me siento vanidoso, con la autoestima por encima de 100, pero entonces mentiría y aunque esté muy de moda, no es una de mis cualidades.

Hoy empezaré a correr, cogeré impulso y me elevaré.
Desplegaré mis alas y echaré a volar.
Mientras lo hago os observaré, menguantes, y gritaré hasta que se me rompa la voz y me queme la garganta.
Cuando mis dedos estén a punto de rozar el sol, plegaré las alas y me dejaré caer de nuevo a la tierra.
Volveré al sitio del que nunca debí salir.

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