miércoles, 7 de diciembre de 2011

Recuerdos en una caja de latón

A los pies de su cama, la maleta de Clara estaba abierta, con toda la ropa, amontonada, dentro de ella, esperando que alguien pusiera un poco de orden.
Y cada vez que la veía, más bien cada vez que observaba todo a su alrededor lo único que veía era un montón de cosas, cosas sin valor ahora que ya no estaban en su sitio... 
Y a pesar de que siempre la habían considerado una persona fuerte, valiente e independiente no podía evitar entristecerse y asfixiarse tan solo con la idea de empezar de cero, otra vez, lejos de todo, lejos de lo único que le hacía feliz día tras día.


Puede que la realidad fuera otra.
Puede que no fuera tan fuerte como todo el mundo creía, que sólo fuera apariencia... Puede que la valentía que le otorgaban no existiera y que solo hubiera aprendido a no llorar con cada golpe... O también podría ser que la independencia que la caracterizaba fuera únicamente la manera de que la gente estuviera con ella...
La realidad podría resultar ser que ni ella misma supiera que no era nada de eso... incluso si no hubiera decidido irse, puede que nunca lo hubiese descubierto.


El día que decidió irse a Inglaterra todo era muy distinto y por eso decidió marcharse lejos, empezar de cero una nueva vida, en otro sitio diferente, lejos de lo que había tenido hasta ahora... Pero las cosas cambiaron demasiado ese último años y ahora tenía infinitos motivos para quedarse, .
Tras superar algunas dificultades una nueva vida se presentaba ante ella... además había conseguido cierta estabilidad junto a Dani y por eso, después de lo que le había costado llegar hasta ahí, se negaba a perderlo todo por esa decisión que había tomado hacía tanto tiempo.


Había días, cuando se acercaba el momento, en que Clara sentía miedo, miedo de irse y alejarse, así, de todo lo que tenía. 
La idea de perderlo todo la aterraba y provocaba en ella un estado de ansiedad que no sabía ni como controlar... Entonces su cabeza empezaba a pensar y por mucho que intentara dormir, su mente no la dejaba...y  como si funcionara sola comenzaba a dibujar imágenes y mostrar recuerdos de cosas ya pasadas, de momentos ya vividos que hacían que Clara rompiera a llorar una y otra vez, sin conseguir controlarlo... imaginaba todo el tiempo que iba a pasar sin sus sonrisas, ni sus abrazos... imaginaba también todos los momentos que iba a perderse; todos los días que, aun necesitándolos, no iban a poder estar ahí; los días enteros sin oír sus carcajadas... y es que una vez te has acostumbrado a alguien, resulta muy difícil vivir sin esa persona.
Por que a pesar de que nunca le gustó su vida, ese año había pegado un giro enorme que comenzaba a darle la normalidad que necesitaba y sabía que si se iba, todo lo que había ganado durante ese tiempo se perdería, al igual que le pasaría a ella... y si eso pasaba desearía marcharse de allí, escapar a otro lugar... y así continuamente.


Ya pasaban de las tres de la madrugada de una noche helada de diciembre y aun siendo tan tarde, Clara no había conseguido dormir.
Pensaba que en unas semanas ya no estaría allí y le tocaría empezar de nuevo, adaptarse a otra vida, para la que probablemente no estuviera preparada... y mucho menos sola.
<Echaré de menos, sobretodo, el sonido de vuestro silencio; vuestras tonterías y esas cosas insignificantes que me hacen grande>, pensó mientras se acurrucaba entre sus mantas para llorar en silencio.
Y entonces, como un rayo un recuerdo atravesó sus pensamientos y en su cabeza comenzaron a sonar unas palabras que la hicieron recapacitar:
" Si no puedes dormir, te tumbas, dejas de pensar en todo, con la mente en blanco e imaginas que estás en la playa, sola... o en la montaña, disfrutando de la brisa y un paisaje alucinante... Sin escuchar nada más que las olas del mar o el correr del agua de un pequeño río. 
Ahora vete a dormir y disfruta del paisaje... por que aun que parezca una tontería, a veces es bueno imaginar que estás en un sitio idílico, sola, sin nadie más... y sin pensar el por qué has llegado, el como ni lo que tienes que hacer allí... simplemente limitarte a disfrutar de la brisa del lugar."
Pensó que ya estaba bien de llorar, tenía que tranquilizarse y empezar a mentalizarse de que se iba, lo tenía todo preparado y no había vuelta atrás.
Aun así, se sentía triste, sola y desesperada así que se levantó de la cama, cogió una manta y el iPod, subió a la terraza y se tumbó en su hamaca paraguaya... se puso la música y se limitó a observar el cielo, imaginando que estaba lejos de allí, de esa terraza, de su casa, de todo eso... y sin darse cuenta su durmió.


Cuando abrió los ojos estaba amaneciendo y Clara se había quedado helada... Decidió volver a su habitación y continuar durmiendo, pero al entrar, se dio cuenta del desorden que había allí... se dio cuenta de la ropa amontonada y la cantidad de fotos, libros y trastos que habían tirados por el suelo, así que decidió ordenarlo todo... para ponerle fin a todo de una vez.


Mientras lo hacía encontró una vieja caja de latón que tenía desde que era una niña, la cual un día desapareció de su vista y a la cual no había vuelto a ver desde entonces. 
La alegría y la añoranza aparecieron enseguida... no recordaba el día que la empezó a llenar de cosas, ni tampoco el día que la perdió... ni si quiera recordaba lo que había dentro... pero deseaba abrirla con todas sus fuerzas.
Y cuando por fin la abrió... sería imposible describir lo que Clara sintió... fue como si otra época y otro mundo se apareciera detrás de ella... de esa cajita de latón salieron sus mejores recuerdos... fotos de la infancia, la entrada de su primer concierto, cartas nunca enviadas... souvenirs de viajes...
Esa vieja caja de latón le permitió, incluso, recordar como olía la casa de verano; recordó el color de la infancia e incluso el sonido de la felicidad... empezó a llorar de nuevo... pero ya no era miedo, ni tristeza... era felicidad. Felicidad de haber encontrado sus recuerdos y gracias a ellos revivir sus mejores momentos...
Y aun que el fin de ese año tan extraño estaba cerca y solo el destino sabía que sería de ella y de los demás, encontrar esa caja de latón y con ella volver a su infancia le hizo pensar que quizá ahora, que una nueva etapa empezaba, debía hacer lo mismo.
Debía meter algo de todos ellos dentro de su caja de latón de los recuerdos y llevarla con ella a todas partes, fuera donde fuera y estuviera donde estuviera... ya que de ese modo, cada vez que los echara de menos sólo tendría que abrir la caja y sería como si realmente no se hubiera ido nunca... sería como si nunca se hubiesen separado nunca







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